* ENCUENTRO |
Los límites me hacen bien.
Sé que no todo el mundo funciona como yo y quizás pensaréis que es triste tener que limitarme y sinceramente no es así, me tranquiliza y fluyo.
Obvio que tengo mis épocas de descontrol, donde vivo libre sin muchas preocupaciones ni obligaciones (sólo las estrictas de los estudios) y aunque me gusta la sensación de hacer lo que me da la gana, no es así, me turbia, me pesa las consecuencias que deja el huracán después.
A cuanto límites y pautas me refiero en mi hogar, a la comida, a las pastillas que me da mamá, y a mis relaciones sexuales. Necesito orden, control, normas para sentirme segura.
Y es por eso que empiezo hoy lunes (¡Benditos Lunes!) para ordenar mi Caos, porque mientras ordenado lo material de alguna forma ordeno mi mente y me ayuda. Además ordeno el Caos de Mamá que hace tiempo que se ha dejado llevar por unos pensamientos deprimentes y no veo que salga a flote.
Mamá es una mujer peculiar, siempre ha tenido una expresión asustadiza, temiendo vivir fuera de casa, siempre con miedo mirando a todos lados como si alguien la persiguiera. Nunca he entendido esa actitud.
Pero tiene días buenos, ella también se desborda y comete excesos y se siente bien (lo aprendí de ella) cuando pone la música fuerte y se pone a bailar por el salón desnuda, riendo y saltando, sé que su amigo Jack Daniel's está cerca y que se ha fumado un par de cigarros de la risa (como dice ella). Y cuando me ve que la observo, sonriendo viene a mi, me coge de las manos y me hace bailar como una loca.
De pequeña me gustaba bailar con ella.
Ahora me inquieta porqué sé lo que viene después, porqué a veces creo que no soy lo suficientemente fuerte para abrazarla y reconstruir un mundo que se hace añicos.
Por eso el orden, los límites, los frenos nos ayudan a ambas.
Sé que esto no es la vida real, no sé cómo viven los demás, pero por mi salud mental debo sentirme segura.
Y con una madre descontrolada la que tiene que facilitar el camino soy yo.
Así que, aquí estoy, observando el desastre de casa, observando a mi madre llorando en el pasillo, no sé si ha tenido un mal viaje o es que simplemente la tristeza la invadido. Y observo mi reflejo en el espejo, aparentemente soy tan distinta a ella que me asusta, pero por dentro somos iguales.
Un par de locas de remates a las que nadie jamás va a querer, nadie me querrá nunca como mamá.
Ni con todos los hombres y mujeres que me acueste y pase una buena noche, nunca nadie me amará como lo hace ella.
Ya se ha encargado durante mi vida a repetírmelo, y ya lo tengo grabado a fuego.
Sofía. -Para saber más de ella Aquí-
María CreeyCrea
100 días Escribiendo
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